El tiempo
Hemos dejado de dar cuerda al reloj de pared. El sonido de su maquinaria nos hacía compañía en el silencio de la sala. Pero ya no. En estos momentos, a punto de terminar el último dibujo del libro, cada tic es un recordatorio de que se va a acabar el tiempo, y cada tac un aviso de que ya se ha acabado un poco.
Tiempo. El verano será tiempo, tiempo en estado puro, tiempo dorado entre los dedos, oro en el cedazo del buscador de horas.
Habrá tiempo de verano para la tierra del huerto, para la flor amarilla de los calabacines, para el olor de la albahaca, para el aire en la cara yendo en bicicleta, para las recetas guardadas, para dormir siestas entre vuelos de avispas y moscas, para escuchar historias y para contarlas, a ser posible, bajo las estrellas fugaces. Cuando terminemos los dibujos… ya llegará ese tiempo.
Y entonces podremos leer libros, como dice Nerea; leeremos, por fin, la Rueda del Tiempo, por ejemplo.