Carta de una gata feliz
En el viejo huerto donde vivo encuentro todo lo que deseo: fresca hierba donde tumbarme, mientras el sol me calienta, el tronco de la figuera, rugoso, viejo y gris, como una anciana que me acoge, me acuna, me proporciona escondite y me aúpa hacia el mundo de los tejados, el tronco del alberjero, mi amigo con quien ya jugué de chiquitina, y donde ahora trepo para llegar a la tapia, los divertidos troncos de la vieja parra, un laberinto amarrado a las piedras del tapial, un mundo de senderos verticales de cálida madera y fresca sombra de las hojas de la vid. Y siempre estoy arrullada por el ronroneo particular de los insectos alados, que compiten con nosotr@s en sonidos de calma acunando el aire cálido del mediodia...