Cocinamos sin crueldad II. Pimiento rojo pasión.
L@s gat@s y yo seguimos cocinando sin crueldad, recetas en las que no se hace sufrir ni se explota a ningun animal no humano. Nos sumamos al proyecto colectivo de CSC en internet. La propuesta de este mes, de sika de New vegan goddess , no sé por qué ;) es cocinar algo con un elemento rojo. Yo creo que de lo que se trata es de cocinar algo con amor, con corazón grande, como el de los que aman a los animales.
Ingredientes:
Pimientos rojos grandes
Pimientos verdes
Cebollas
Ajo
Perejil
Orégano
Sal
Opcional: tomate triturado natural
Se disponen los pimientos rojos grandes, dos o tres, en una cazuela de barro. Se les echa un chorro de aceite de oliva y un poco de sal. Se ponen a fuego lento. Nosotros lo hacemos en la estufa de leña, mientras los gat@s dormitan al lado.
Se cortan a tiras los pimientos verdes y la cebolla. Se pelan unos ajos y se echa todo en otra cazuela llana de barro con una pizca de sal y un chorro de aceite de oliva. Opcionalmente se puede sofreir con tomate triturado natural (esta vez no lo hemos hecho así).
Se pone a fuego lento en la estufa de leña si es posible, o en otra fuente de calor, hasta que se hagan bien.
Se deja asar el tiempo necesario, cuidando que no se quemen los pimientos rojos y que vayan soltando su jugo. De vez en cuando se les da la vuelta. No puedo dar un tiempo exacto, sobre una hora o así, pero sin prisas, hasta que veamos que los pimientos están blandos y el color se ha rebajado.
Se sacan del fuego y se pelan con cuidado de no romperlos. Primero se les quita el tallo tirando, y con una cuchara se limpia el interior sacando las pepitas.
Cuando el sofrito de pimiento verde y cebolla está hecho y jugoso, se coge a cucharadas y se rellena el interior del pimiento rojo ya pelado, muy delicadamente para no romperlo y que conserve su forma de corazón..
Se espolvorea orégano seco y perejil por encima y se sirve caliente.
No sé por qué extraña razón el olor a pimiento asado siempre lo relaciono con una cena al calor del fuego, y una cama calentita, con dos o tres edredones por encima...
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Al lado del fuego
Aunque afuera el tiempo es bueno, en el estudio aún hace mucho frío. Por eso dibujo al lado del fuego. Me gusta escuchar cómo crepita la leña al arder. Es un susurro parecido al que se oye cuando el lápiz rasga el papel, o cuando se pasa un pincel ancho sobre la superficie seca.
Fadagris dormita detrás de mí.
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Etiquetas: gatos en el estudio
Imbolc, en el vientre de la tierra
Desde el uno de febrero y hasta la luna llena, es tiempo de renacer, de despertar. Bajo el silencio de la tierra, bajo el hielo o la nieve, las raíces de los árboles comienzan a desperezarse. El sol, tímidamente al principio, cada vez con más fuerza, aunque quizá los human@s no seamos capaces de notarlo, va poco a poco calentando las semillas que cayeron de los árboles allá por el otoño, y quedaron dormidas bajo la tierra.
Algunas personas especialmente sensibles, es posible que se sientan removidas por dentro estos días. Nuestros cuerpos están conectados a la naturaleza, y deberíamos compartir con ella esas nuevas sensaciones. Es tiempo de encender velas y ponerlas en las ventanas, para que el sol no se olvide de volver a brillar. Por eso los cristianos celebran la Candelaria, y encienden las candelas. Y por eso Santa Brígida sustituyó a la diosa celta Brighid, diosa triple, como la luna. Os pongo un dibujo mío de ella:
Es tiempo de reconocer que, pase lo pase, siempre hay un disco de luz esperando detrás de las nubes, detrás de la boira, y llegará el día en que brillará con fuerza.
Hay otro nombre con el que se conocía esta fiesta entre los celtas: Oimelc, que significa “leche de ovejas”. Y ello me lleva a pensar que el nombre de "melico" o "melic" que se da en aragonés o en catalán al ombligo, tiene mucho que ver con estas tradiciones.
Enlace a un artículo de Chema Lera publicado en E.L.F.O.S.
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